Quien parió a esa
serpiente venenosa,
quien parió a esa
serpiente que reclama
como si todo el
mundo le debiera
como si nada a
cambio le bastara.
A cuántos ha de
herir ese demonio
con su sonrisa hipócrita enmarcada,
no fue Dios quien la echó del paraíso
ese oscuro reptil nació sin alma.
Morderán sus colmillos afilados
la mano de quien quiso alimentarla
o seguirá embrujando con silbidos
para poder reinar la muy malvada.
Generosa Valdez

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