He vivido en la
selva tanto tiempo
como si el verde de
la vida fuera
un escondite a prueba de zarpazos.
He podido mirar
garras tan fieras,
combates sin piedad
civilizados
de ese animal que muerde
cuando piensa
y me he quedado
allí... paralizado .
Ahora la presa con futuro incierto
debe escapar de su
refugio hallado,
antes que la rodeen
con sus tretas
aquellos homo sapiens
despiadados.
O quizás enfrentándose
a la idea
del débil que
conoce su destino,
pueda hacer que las
leyes de la selva
den al fuerte por fin su merecido.
Sin importar cuál
sea el resultado
de esa contienda atroz
inmerecida,
ha de elegir la presa
si es la presa,
o si convierte en
presa a su enemigo.
Ha de elegir si
llora, si se quiebra,
si huye despavorida
ante su suerte,
o si se planta al
frente del ataque
con arrojo invencible
de un valiente.
