martes, 8 de octubre de 2013

EL VENDEDOR DE REVISTAS


Con esa sencillez de las arrugas   
que escurre la codicia y la avaricia;
el viejo con respeto hacia sus canas
con sudor gana el pan de cada día.
En el mismo lugar los ejemplares
de revistas  vetustas y leídas,
se exhiben en andenes de la calle
detrás de aquella sombra consumida.  
Un banco de madera le sostiene
cuando a su cuerpo rinde la fatiga
y se esconden tras un viejo sombrero,
dos lumbreras cansadas y vencidas.   
Yo le observo detrás de ventanales
mientras por el cristal vuela la vista,
el anciano jamás extiende el brazo
ni  el orgullo revela  su desdicha.

Generosa Valdez

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