Rescato de la infancia los momentos,
aquellos que sonríen en los juegos
por la ventana de la casita de papel
y respiro mi primera independencia
con las manos ahogadas en el barro
modelando
esculturas de egoísmo
que se derraman en tacitas de té.
Dirijo las pisadas para que estas
no rasguen el elegante piso de cartón
y examino que todo esté en orden,
que el agua calme la sed simplemente
sin derramarse en la tecla de control.
¡Todo perfecto! inclusive la inmersión
en la piscina improvisada de un tanque
que humedece el sudor de los afanes.
La libertad de respirar la libertad
corriendo sin heridas con los pies desnudos
por las calles empedradas de la imaginación
sin que existan historias con final.
Rescato de la infancia los momentos
que permiten que siga aún de pié,
disfrazando con juegos de valiente
la verdad de ser el más tímido cobarde.
Generosa Valdez.