Desde el balcón azul de tablas viejas
te observaban mis ojos infantiles,
mi cabeza pequeña se
asomaba
y detenido el sol por un momento,
en el retrato vivo de aquel día,
mis pupilas tu imagen abrazaban.
Esa visión tan pura de una niña
con el paso del tiempo conservada,
prendida toda a tu figura viva,
te atrapó aquella vez con su mirada.
Ahora dicen los vivos que estás muerto
que partiste en
noviembre con la parca,
pero ignoran que siempre fuiste eterno,
que te veo aparecer en las mañanas,
desde el balcón azul de tablas viejas
con los ojos hinchados de nostalgia.
Generosa Valdez.


