Ayer entré al gran cuarto del olvido
para limpiar el moho del recuerdo,
Intentaba salvar algunas cosas…
Un chirrido bestial movió la puerta
mientras la tenue luz acobardada
proyectaba temblando solo sombras.
Todo era caos en ese gran recinto
de innumerables
cajas apiñadas;
sucio panteón de lo que antaño fuera,
la fantástica cueva de un pirata.
Un brazo se extendió instintivamente
acariciando en cenicienta mano
versos forrados con
sedosos hilos
que asomaban al mundo amoratados
arrugados en rotos pergaminos
salpicados de luz como en un parto.
Generosa Valdez.
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