El fuego devoraba aquellas tablas
reduciendo miserias a cenizas
desesperado un hombre preguntaba
dónde ha de dormir hoy mi familia?
Pero la Providencia que allí estaba,
hizo suyo lo ajeno en la desdicha
y con la fuerza del que tiene nada
arrebató en
justicia una cobija.
La oscuridad se iluminó muy pronto,
llegó el agua potable a las cocinas,
los niños entre juegos se educaban
se escuchaban sonar alegres risas.
Un carro en
las mañanas transportaba
a la casa de sueños, blanca harina.
la nata con amor era agitada
transformándose en rica mantequilla.
Sin apego a las cosas materiales
con la profunda fé, en un Dios que habita
no temo a los incendios que se queman
yo he visto renacer del fuego, vidas.
Generosa Valdez.