Se ha pasmado mi miedo
y los intestinos sudan
envolviéndolo,
como si quisieran ahorcarlo.
Un dolor agudo
al que le dicen cólico
me atormenta.
Las palabras se atrancan
y tiemblan
extrañamente.
Dicen que la voz
se volvió lenta y pesada
cuando las manos frías
quisieron hacer
helados de lengua
en un iceberg
de susto.
La ansiedad es intensa
y las ideas flotan en el vacío
detenidas y
huecas,
sin consuelo, sin abrazos.
Los intestinos ya no sudan,
ahora… duelen.
Generosa Valdez















