La inmensidad del mar
lava las penas,
el horizonte azul
lanza suspiros;
las olas jugueteando
con la arena,
de espuma
cubren
los pies adoloridos.
Escupe el mar
el tronco en sus vaivenes,
limpiando el alma
con débiles quejidos
y en un baile de vals
los pies
avanzan
los ojos tristes
se tornan cristalinos.
El rastro nómada
se extiende en esa playa,
buscando zambullirse
en el camino,
después desaparece
entre las aguas,
en un rito de amor
de paz y olvido.
Generosa Valdez

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